lunes, 26 de enero de 2015

ALFONSINA STORNI , una Poeta audaz, sensual y atrevida para su tiempo



Alfonsina Storni Martignoni , Sala Capriasca, Suiza, 29 de mayo de 1892, Mar del Plata, Argentina, 25 de 0ctubre de 1938 fue una poetisa y escritora argentina del modernismo.

Sus padres, dueños de una cervecería en San Juan, regresaron a Suiza en 1891. Y en 1896 volvieron a Argentina junto con Alfonsina, quien había nacido durante la estadía de la pareja en el país europeo. En San Juan concurrió al jardín de infantes y desarrolló la primera parte de su infancia. A principios del siglo XX la familia se mudó a Rosario.

Carrera docente
En el año 1909 dejó el hogar materno para terminar sus estudios en Coronda En esa localidad se dictaba la carrera de maestro rural, en la Escuela Normal Mixta de Maestros Rurales. En el registro de inscripciones aparece la leyenda «Alfonsina Storni, 17 años, suiza». Fue aceptada por su entusiasmo, porque no tenía certificado de estudios primarios y tampoco aprobó el examen de ingreso, pero la escuela recién abría y necesitaba alumnos, según declaró la señorita Gervasoni, directora del establecimiento, quien además dijo que Alfonsina mostraba interés en progresar. Además, la nombraron celadora a cambio de un sueldo de cuarenta pesos. La pensión donde se alojaba le costaba veinticinco pesos, lo que la obligaba a mantenerse con los quince pesos restantes. Su profesora de Idioma Nacional, Emilia Pérez de la Barra, la estimuló a trabajar porque había detectado en ella condiciones de escritora.


Poeta en Buenos Aires

Al terminar el año de 1911, decide trasladarse a Buenos Aires. «En su maleta traía pobre y escasa ropa, unos libros de Darío y sus versos». Así, con nostalgia, evoca su hijo Alejandro la llegada. Pobre equipaje para enfrentarse con una ciudad que estaba abierta al mundo, con las expectativas puestas en esa inmigración que traería nuevas manos para producir y nuevas formas de convivencia. El nacimiento de su hijo Alejandro, el 21 de abril de 1912, define en su vida una actitud de mujer que se enfrenta sola a sus decisiones. Trabaja como cajera en la tienda «A la ciudad de México», en Florida y Sarmiento. También en la revista Caras y Caretas.
Su primer libro, La inquietud del rosal, publicado con grandes dificultades económicas, apareció en 1916. En un homenaje al novelista Manuel Gálvez, por primera vez en Buenos Aires, en esta clase de reuniones, aparece Alfonsina recitando con aplomo sus propios versos. En junio de 1916, aparece en Mundo Argentino un poema titulado «Versos otoñales». Aunque los versos son apenas aceptables, sorprende su capacidad de mirarse por dentro, que por entonces no era común en los poetas de su generación.

Al mirar mis mejillas, que ayer estaban rojas
He sentido el otoño; sus achaques de viejo
Me han llenado de miedo; me ha contado el espejo
Que nieva en mis cabellos mientras caen las hojas.



Sus amigos los poetas modernistas

Amado Nervo, el poeta mejicano paladín del modernismo junto con Rubén Darío, publica sus poemas también en Mundo Argentino, y esto da una idea de lo que significaría para ella, una muchacha desconocida, de provincia, el haber llegado hasta aquellas páginas. En 1919 Nervo llega a la Argentina como embajador de su país, y frecuenta las mismas reuniones que Alfonsina. Ella le dedica un ejemplar de La inquietud del rosal, y lo llama en su dedicatoria «poeta divino». Vinculada entonces a lo mejor de la vanguardia novecentista, que empezaba a declinar.

Su voluntad no la abandona, y sigue escribiendo. En mejores condiciones publica El dulce daño, en 1918. El 18 de abril de 1918 se le ofrece una comida en el restaurante Génova, de la calle Paraná, donde se reunía mensualmente el grupo de Nosotros, y en esa oportunidad se celebra la aparición de El dulce daño. Los oradores son Roberto Giusti y José Ingenieros, su gran amigo y protector, a veces su médico. Alfonsina se está reponiendo de la gran tensión nerviosa que la obligó a dejar momentáneamente su trabajo en la escuela, pero su cansancio no le impide disfrutar de la lectura de su «Nocturno», hecha por Giusti, en traducción al italiano de Folco Testena
También en 1918 Alfonsina recibe una medalla de miembro del Comité Argentino Pro Hogar de los Huérfanos Belgas, junto con Alicia Moreau de Justo y Enrique del Valle Iberlucea. Años atrás, cuando empezó la guerra, Alfonsina había aparecido como concurrente a un acto en defensa de Bélgica, con motivo de la invasión alemana. Comienzan sus visitas a la ciudad de Montevideo, donde hasta su muerte frecuentará amigos uruguayos. Juana de Ibarbourou lo contó años después de la muerte de la poetisa argentina: «En 1920 vino Alfonsina por primera vez a Montevideo. Era joven y parecía alegre; por lo menos su conversación era chispeante, a veces muy aguda, a veces también sarcástica. Levantó una ola de admiración y simpatía… Un núcleo de lo más granado de la sociedad y de la gente intelectual la rodeó siguiéndola por todos lados. Alfonsina, en ese momento, pudo sentirse un poco reina». La amistad con Quiroga fue la de dos seres distintos. Cuenta Norah Lange que en una de sus reuniones, adonde iban todos los escritores de la época, jugaron una tarde a las prendas. El juego consistió en que Alfonsina y Horacio besaran al mismo tiempo las caras de un reloj de cadena, sostenido por Horacio. Este, en un rápido ademán, escamoteó el reloj precisamente en el momento en que Alfonsina aproximaba a él sus labios, y todo terminó en un beso. Quiroga la nombra frecuentemente en sus cartas, sobre todo entre los años 1919 y 1922, y su mención la destaca de un grupo donde había no sólo otras mujeres sino también otras escritoras. Sin embargo, cuando Quiroga resuelve irse a Misiones en 1925, Alfonsina no lo acompaña. Quiroga le pide que se vaya con él y ella, indecisa, consulta con su amigo el pintor Benito Quinquela Martín. Aquél, hombre ordenado y sedentario, le dice: «¿Con ese loco? ¡No!».

En 1931, el Intendente Municipal José Guerrico nombró a Alfonsina jurado: era la primera vez que ese nombramiento recaía en una mujer. Alfonsina se alegró de que comenzaran a ser reconocidas las virtudes de la mujer y afirmó en un diario refiriéndose a su designación: «La civilización borra cada vez más las diferencias de sexo, porque levanta a hombre y mujer a seres pensantes y mezcla en aquel ápice lo que parecieran características propias de cada sexo y que no eran más que estados de insuficiencia mental. Como afirmación de esta limpia verdad, la Intendencia de Buenos Aires declara, en su ciudad, noble la condición femenina».
En 1932, publicó sus Dos farsas pirotécnicas: Cimbelina en 1900 y pico y Polixena y la cocinerita.

Enfermedad
Un día, cuando se estaba bañando en el mar, una ola fuerte y alta le pegó en el pecho a Alfonsina, quien sintió un dolor muy fuerte y perdió el conocimiento. Sus amigos la llevaron hasta la playa. Cuando recobró el conocimiento descubrió un bulto en el pecho que hasta el momento no se notaba pero en esa oportunidad se podía tocar con la mano. Al regresar a la capital le quiso restar importancia al hecho, pero la verdad se impuso y debió buscar el apoyo de sus amigos. Ellos trataban de restarle importancia pero le aconsejaron acudir a un médico. El 20 de mayo de 1935 Alfonsina fue operada del cáncer de mama en el Sanatorio Arenales. Se pensaba que era un tumor benigno, pero en realidad tenía ramificaciones. La mastectomía le dejó grandes cicatrices físicas y emocionales. Siempre había sufrido de depresión, paranoia y ataques de nervios, pero ahora los síntomas de enfermedad mental se recrudecieron. Se volvió recluida y evitaba a sus amistades.

Su final

Cae una lluvia torrencial sobre Mar del Plata, Alfonsina Storni yace presa del dolor que le produce el cáncer de mama que le aqueja. Llegada la madrugada, haciendo honor al significado de su nombre (dispuesta a todo), toma una determinación. Escribe una nota escueta: “Voy a dormir”.

Se arroja al mar desde un peñazco La prestigiosa poeta tenía tan sólo 46 años.
El cadáver es recuperado horas más tarde. El doctor Belleti la reconoce, conmocionado al destapar su rostro. La versión oficial determina que, al saber que se hallaba condenada a una muerte inminente, decidió acabar con su vida. Alfonsina consideraba que el suicidio era una elección concedida por el libre albedrío, y así lo había expresado en un poema dedicado a su amigo y amante, el también poeta suicida Horacio Quiroga.
Alfonsina se había ‘despedido’ de su único hijo, Alejandro Storni, en sentidas cartas días antes y, previsora, se había ocupado de su futuro en una carta dirigida a Manuel Gálvez.


Algunas de sus obras

Dos farsas pirotécnicas. Buenos Aires: Cabaut. Teatro.
La inquietud del rosal. Buenos Aires: Librería de La Facultad, 1916. 
Poesía. El dulce daño. Buenos Aires, 1918, Poesía.
Irremediablemente. Buenos Aires, 1919 Poesía.
Languidez. Buenos Aires: 
Sociedad Cooperativa Editorial Limitada, 1920. Poesía.
Ocre. Buenos Aires: Babel, 1925. Poesía.
Poemas de amor. Buenos Aires: Porter, 1926. Poesía.
Mundo de siete pozos. Buenos Aires: Tor, 1934. Poesía.
Mascarilla y trébol. Buenos Aires: Mercatali, Impr., 1938. Poesía.
Entre un par de maletas a medio abrir y Las maneci. Buenos Aires: Ediciones Católicas Argentinas, Tall. Graf. De, 1939. Discurso/Conferencia.
Teatro infantil. Buenos Aires: R.J. Roggero, 1950. Teatro.
Cinco cartas y una golondrina. Buenos Aires: Inst. Amigos del Libro Argentino, 1959. Miscelánea.
Obra poética completa. Poesías completas. Buenos Aires: Sela, 1968. Poesía.



"Un día habré dormido con un sueño tan largo que ni tus besos puedan avivar el letargo. Un día estaré sola, como está la montaña entre el largo desierto y la mar que la baña".









1 comentario:

  1. Me gustan mucho las pocas letras de esta mujer a las que me he acercado. Poco a poco la voy conociendo
    Besos

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