Diga 33:
Pensamientos en búsqueda y captura (XXXI)
ene
12, 2014
1.-
Algunos elevan el principio de “la mejor defensa es un buen ataque” al perfecto
arte de la estupidez.
2.-
Cada vez son más las ocasiones en las que tengo esa extraña sensación de que es
mejor no responder porque, como dicen en las películas, “todo lo que digas
podrá ser (y, no lo dudes, lo será) utilizado en tu contra”.
3.-
Los partidos políticos que alcanzan el poder, y muy especialmente cuando es con
mayorías absolutas, tienden a confundir lo que pide su militancia con lo que
quieren sus electores. Es un error, porque a base de escuchar sólo a “los
suyos”, dejan de gobernar para todos.
4.-
No conviertas a quien pudiera ser tu aliado en tu enemigo: si no lo haces por
obrar correctamente, hazlo al menos por el puro egoísmo de lo que puede
convenirte en un futuro no tan lejano.
5.-
No son muchos los momentos en que tienes la oportunidad de hacer un breve alto
en el camino, mirar atrás y contemplar el trecho que has recorrido. Pero no te
regodees demasiado: echa la vista adelante y mira también lo que queda por
andar, y así reemprenderás el paso con nuevos bríos.
6.-
Resulta más fácil opinar cuando no se tiene ninguna responsabilidad en la
decisión. Tal vez por eso somos, a menudo, tan rápidos como crueles al emitir
un veredicto que en realidad nadie nos ha pedido.
7.-
No es lo mismo poner excusas que buscar motivos o tener razones. Son tres cosas
bien diferentes y a menudo las confundimos intencionadamente en nuestro propio
beneficio.
8.-
Si te rodeas exclusivamente de quien siempre y en todo te dan la razón, sin
duda se sentirán reconfortados tus oídos… tanto como oscurecido tu juicio y
miope tu visión.
9.-
ANTEOJERAS: piezas que tapan lateralmente los ojos de una caballería para que
no vea por los lados, sino sólo de frente y a muy corta distancia… ¿no te suena
de la actitud de algunas personas?
10.-
A veces tengo la impresión de que vivimos en una sociedad que públicamente
anima a “dar la cara”, pero con el sano fin de partírtela en cuanto te asomas.
11.-
Nunca me fui del todo antes de volver. A los que se alegran, gracias. Lo siento
por los que lo sienten. Espero no decepcionar ni a unos, ni a otros… pero sobre
todo a los que en el fondo sé que son mayoría: los indiferentes.
12.-
Paradoja: ser tolerante con los intolerantes puede acabar cobrándose el precio
de tu propia libertad.
13.-
En todo equipo humano suele haber alguien que resulta imprescindible: no es el
más brillante ni el más inteligente, por supuesto no es el más guapo ni el más
elocuente, seguro que no el que más destaca ni el que más ruido hace… es
alguien que -a veces ni siquiera sabes cómo ni por qué- hace posible que las
cosas funcionen. No hace falta que lo busques, pero si lo encuentras habrás
dado con la clave del éxito.
14.-
No permitas que los errores del pasado paralicen tu futuro, de acuerdo… pero
tampoco te engañes: no dejan de ser errores.
15.-
Paradojas de la vida (… y de las redes sociales): Hay mucha más gente
presumiendo ufana mientras dice “hago lo que quiero”, que los que casi se
avergüenzan y esconden aunque podrían decir con legítimo orgullo “hago lo que
debo”.
16.-
Hay quien pide explicaciones porque le interesa tu respuesta, y quien pregunta
sólo para buscar cómo hacerte daño. ¿De verdad serás tan ingenuo de
contestarles igual a unos y a otros?
17.-
Sólo hay algo más estúpido que decir que “todo está mal”, y es afirmar que
“todo está bien”.
18.-
No me importa tanto los que no les gusta lo que digo como los que no entienden
por qué lo digo.
19.-
Resulta agotador (pero no por el esfuerzo, sino por lo estéril del resultado)
esforzarte por explicar a quien no quiere escuchar.
20.-
Paradoja: quizá la libertad sólo llega a su verdadera plenitud cuando se deja
encadenar… por propia voluntad.
21.-
Si respondes a tu agresor exactamente como tu agresor espera que le respondas,
tu torpeza no hará otra cosa que darle doble satisfacción.
22.-
Cuando se juntan la ambición sin escrúpulos, la torpeza miope y la venganza
mezquina, el resultado sólo puede traer daños colaterales a los más inocentes.
23.-
Son tantos los errores que hemos cometido que a veces tenemos la funesta
tentación de justificar con ello los errores aún mayores de otros.
24.-
Que “siempre se haya hecho así” puede ser a veces un buen indicio, pero nunca
la exclusiva razón para hacer igual las cosas.
25.-
La libertad es elegir. Cada elección es una renuncia… o cien, o mil. Si sólo te
fijas en lo que pierdes, nunca serás feliz. Y, aún peor, nunca serás libre.
26.-
Permitirte un instante para disfrutar de un éxito que has obtenido (por efímero
que sea) no es autocomplacencia o debilidad, sino acicate para renovar los
ánimos de ti mismo y de quienes te rodean.
27.-
Para quienes les guste el fútbol y tengan unos añitos; nunca pretendí ser un Fernando
Redondo (ni el del Tenerife, ni el del Madrid), aunque me hubiese encantado.
Siempre me ha tocado más bien el papel de un Ezequiel Castillo o un Makelele.
¿Y sabes qué? No sólo no me importa, sino que me gusta: porque, modestia
aparte, creo ese papel (mucho menos lucido y mucho más trabajoso) lo hago
moderadamente bien.
28.-
A veces, no hay nada tan difícil y tan elemental a la vez como reconocer: “No,
no puedo con todo”.
29.-
Si criticas lo que hace o lo que dice simplemente por quién lo hace o quién lo
dice, sólo conseguirás que no te haga caso ni en los aciertos ni en los
errores. Ganas más credibilidad en la alabanza a un adversario que en los
halagos a los tuyos.
30.-
Quien se cree superior intelectualmente con frecuencia piensa que también lo es
moralmente, demostrando así que no es ni lo uno ni lo otro.
31.-
Una pregunta capciosa es aquella que, siendo artificiosa o engañosa, tiene como
objetivo intentar comprometer al interlocutor para que dé una respuesta que
pueda comprometerlo, o bien que favorezca los intereses del que la ha
formulado. Tómate el tiempo necesario para responder las dudas razonables, pero
tómate el tiempo que más te convenga para contestar impertinencias.
32.-
Un traje puede ser perfecto para una ocasión. Puede hacerse a medida, incluso
quedar como un guante. Puede adaptarse a las posibilidades económicas,
ajustarse a la moda y al estilo de su tiempo. Podemos tener eterno cariño a ese
traje con el que vivimos un momento inolvidable, y usarlo todo lo posible
mientras nos es útil. Pero tarde o temprano, ese traje hay que -si no cambiarlo
por completo- sí, al menos, adaptarlo: porque los tiempos cambian, las
necesidades son otras, y nosotros también, incluso en las medidas y tallas que
necesitamos. Si nos obcecamos en mantenerlo exactamente igual, corremos el
peligro de romper el traje, sentirnos incómodos y quedar fuera de los tiempos.
Sí, estoy hablando de la Constitución.
33.-
La estrategia obcecada en la destrucción del adversario a toda costa puede, aun
con éxito en conseguirlo, obtener como resultado el mayor fracaso de la propia
autodestrucción.
José Alberto Díaz-Estébanez
León
Periodista
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