Toda charla sobre un libro es una recomendación, aun cuando lo que te digan de un libro sea algo negativo. Porque los libros no sólo entran por los ojos, también entran a través de la emoción de los otros. Cuando alguien te cuenta sus sensaciones sobre un libro, de algún modo tú también estás formando parte de su lectura.
La curiosidad es otro elemento que rodea al universo del libro. Observar la mirada profunda y concentrada de un lector hace inevitable mirar de reojo la portada de su libro. Y el interés aumenta cuando el lector mueve las cejas, esboza una sonrisa, suelta una carcajada o cierra el libro y mira hacia un punto indeterminado, quizá para aceptar el destino del personaje o simplemente tragar saliva para deshacer el nudo en la garganta. Entonces ya es imposible resistirse y, con disimulo, espías la portada y lees el título y el nombre del autor.
Los siglos pasan y los libros siguen utilizando el mismo, pero más efectivo, sistema de marketing: el boca a boca. La diferencia que existe entre un Best Seller y un Long Seller, es que del primero se habla de él por moda, del segundo se habla porque es un clásico: desde La Odisea hasta La señora Dalloway, desde El Quijote hasta La insoportable levedad del ser. Todos ellos han sobrevivido al paso de los años gracias a sus historias inmortales que leen miles de personas y lo recomiendan una y otra vez a la generación siguiente.
Dicen que el universo del libro está cambiando, que incluso la forma de leer será diferente en el futuro, pero lo cierto es que mucho antes de que las pantallas invadieran el mundo, la palabra “recomendar” ya estaba inscrita en la historia de los libros.
Por cierto, hoy me prestaron Sostiene Pereira.
Autor: Carlos López-Aguirre
No hay comentarios:
Publicar un comentario