jueves, 1 de marzo de 2012

EL MOMENTO CRUCIAL / ARTÍCULO DE OPINIÓN DE EL PAÍS

El momento crucial

La crisis económica y la revolución de Internet ponen duramente a prueba la industria periodística. Nadie sabe qué va a ocurrir, pero cada vez hay más lectores y los expertos creen en el futuro del periodismo.

JOHN CARLIN  
10/05/09 

Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación". Así arranca la novela Historia de dos ciudades, de Charles Dickens, el periodista más famoso de todos los tiempos. La trama del libro, escrito en 1859, se desarrolla durante la Revolución Francesa. Dickens, que trabajó en media docena de periódicos, podría haber escrito las mismas palabras hoy sobre la revolución de Internet. La irrupción de la world wide web en el antiguo imperio del periodismo ha provocado incertidumbre y confusión, sin que nadie tenga muy claro si la toma de esta Bastilla debe de ser motivo de esperanza o de desesperación. El consenso sólo existe alrededor de una gran contradicción: que vivimos en el mejor de los tiempos para el periodismo, y también en el peor.

La prensa escrita ha perdido 13 millones de ejemplares en EE UU, y la digital ha pasado de cero a 75 millones de lectores
Bill Keller, director de 'The New York Times': "En los próximos dos años debemos poner todo a prueba"
Juan Luis Cebrián señala que lo que sucede en Estados Unidos debe servir de aviso en Europa
Las opiniones sobre los periódicos son más negativas en los países donde la gente tiene mayor acceso a Internet
Para Spencer Reiss ('Wired'), un tipo con un ordenador puede enviar el mismo producto que un costoso periódico
Rupert Murdoch: "¿Debemos permitir a Google robar todos nuestros derechos de autor? Gracias, pero no"
'The Guardian' arrasa en Internet porque tiene grandes contadores de historias, no sólo 'cracks' de Yahoo
El senador John Kerry no cree que los 'blogueros' ni los periodistas ciudadanos puedan ofrecer alta calidad
Nunca ha habido una mejor época para hacer periodismo escrito, y nunca ha habido una peor para ganarse la vida ejerciéndolo; hay más mercado que nunca, pero menos ingresos. La tendencia se ve con especial nitidez en Estados Unidos, tantas veces precursor de lo que nos espera en el resto del mundo occidental. El panorama es inquietante: la media diaria de ejemplares vendidos allí ha bajado de 62 millones a 49 millones desde que hace 15 años Internet empezó a volverse accesible a todos. Unos cien diarios se han visto obligados a dejar de imprimir en papel. En el mismo periodo, el número de lectores de periodismo digital en Estados Unidos ha ascendido de cero a 75 millones. La fuga de la publicidad, la sangre comercial del periodismo en papel, ha reducido las ganancias de manera drástica, lo que ha derivado en grandes cantidades de despidos (se maneja una cifra de 15.000 en Estados Unidos el año pasado) o, para los que han tenido más suerte, de prejubilaciones.
Philip Bennett, jefe de redacción de The Washington Post entre 2005 y finales de 2008, se vio con la infeliz tarea de prejubilar a 250 de sus compañeros. "Y esto lo tuve que hacer con la paradoja siempre en mente de que vivimos una época horrible para las empresas de noticias, pero una edad de oro para el periodismo", dijo Bennett, un ilustre periodista, ampliamente reconocido como tal en su país. "Hay muchos más lectores, pero una presión terrible sobre el dinero y los recursos. Por eso el Post y también The New York Times han perdido dinero en 2008 por primera vez en 50 años". La prensa europea, sin excluir a EL PAÍS y otros grandes diarios españoles que han vivido un fin de 2008 horríbilis, comparte la sensación generalizada de que lo más complicado está por llegar. Y aunque lo mismo se puede decir de casi todos los sectores de la economía, la diferencia reside en que el negocio del periodismo ha recibido una sacudida doble: está también en el epicentro de la tormenta Internet. La crisis global lo que ha hecho es acelerar el inevitable impacto de la revolución digital.


EL PAÍS ha obtenido información para este reportaje a través de entrevistas cara a cara (como en los viejos tiempos); entrevistas por teléfono fijo y móvil; por telefonía de Internet (voz, o voz y vídeo); a través de artículos en diarios del establishment mediático, como The New York Times (o el propio EL PAÍS), o frente a la pantalla de un ordenador, vía el babel sin fronteras de la red. Se recibió todo un abanico de opiniones, desde el pesimismo de un gurú de la red en Estados Unidos, convencido de que no hay fuerza capaz de impedir la extinción del periodismo, no sólo en papel, sino como concepto, hasta el optimismo de un empresario nigeriano que acaba de inaugurar un periódico que se comercializará en papel por toda África y por vía digital a millones de clientes internacionales; desde un directivo de The Guardian de Londres, que se pregunta si el nuevo periodismo -suponiendo que la palabra siga teniendo relevancia- será meramente local, una especie de Facebook para vecinos, hasta The Wall Street Journal, que hoy mismo está abriendo nuevas corresponsalías internacionales y cuyo dueño, el magnate Rupert Murdoch, apuesta por periódicos de un mayor alcance global. Ahora, lo que nadie sabe, ni pretende saber, es la respuesta a la pregunta del millón: ¿cómo seguir ganando dinero con el periodismo? ¿O desaparecerá la profesión, como los dinosaurios o Marie Antoinette?


Se trata de algo más que la supervivencia de un sector minoritario de la economía. Los periódicos han desempeñado un papel central en la sociedad durante los últimos 200 años. Influyen en el poder de los Gobiernos, en el dinero de las empresas y en el entretenimiento de las masas. Por eso muchas voces, muchas veces discordantes, se han sumado al debate sobre su futuro. En líneas generales hay tres corrientes de opinión: los blogueros (por así llamarlos), convencidos de que el periódico como lo hemos conocido durante 200 años y el ancien régime del periodismo empresarial están condenados a la extinción; los viejos rockeros, defensores del antiguo orden, que creen que tras una época de inevitables ajustes y transformación, los grandes buques insignia no sólo sobrevivirán, sino que emergerán fortalecidos; y los de mentes abiertas (o confusas) que observan el espectáculo con honesta perplejidad y, al estilo Dickens, no saben muy bien qué conclusiones sacar.

Clay Shirky, uno de los blogueros más prolíficos y que más debate generan sobre el tema, resume el desdén que su bando siente hacia los reaccionarios del viejo periodismo cuando escribe: "Dale y dale, la gente dedicada a salvar a los periódicos siempre con la misma pregunta: 'Si el antiguo modelo está roto, ¿qué funcionará en su lugar?'. Y la respuesta es: Nada. Nada funcionará. No hay ningún modelo para reemplazar el que Internet acaba de destrozar". El deleite iconoclasta de Shirky lo comparte un bloguero español, el periodista científico Luis Ángel Fernández Hermana, que lleva desde principios de los noventa advirtiendo de la hecatombe. "Los grandes medios han estado en el centro de la revolución, de la problemática que plantea Internet, y aunque era obvio desde hace 12 años que tenían que adaptarse y cambiar, se quedaron parados, o dan bandazos absurdos como cobrar suscripciones para sus versiones en Internet y después dejar de cobrarlas. Ahora se encuentran frente a un dilema insuperable, porque lo que está claro es que el sistema empresarial de periodismo no se puede preservar".

No hay comentarios:

Publicar un comentario